Sumar, donde se integró Izquierda Unida, se quedó en un 1,9%, y Podemos en coalición con Alianza Verde, en un 0,26%, por lo que juntos suman un 2,1%, frente al 3,94% que cosechó Galicia en Común en 2020, cuando tampoco logró ningún diputado en el Parlamento gallego.

Es decir, que ni siquiera aunque hubieran concurrido en una lista unitaria y todos los votantes de una y otra candidatura la hubieran seguido apoyando, la izquierda del PSOE de ámbito estatal habría logrado obtener un escaño en unas elecciones en las que el BNG se disparó hasta los 25, seis más que hace cuatro años, absorbiendo la mayor parte de los apoyos de ese espectro ideológico.

En la dos circunscripciones por las que Sumar aspiraba a lograr representación, Pontevedra y A Coruña, apenas sacó el 2,4% y el 2,25% de los sufragios, menos de la mitad del 5% que le habría permitido conseguir un escaño.

La candidata de Sumar a la Presidencia de la Xunta de Galicia, Marta Lois, atribuyó los resultados "malos sin paliativos" a que su formación es "un proyecto joven" al que le "faltó tiempo" para llegar a la sociedad civil gallega.

Por su parte, la de Podemos, Isabel Faraldo, dijo que de la campaña se podía extraer la lección de que había pasado el tiempo de intentar ensanchar el espacio con Sumar, y que ahora se trata de "fortalecer el proyecto" de Podemos; un enfoque hacia la autonomía respecto a Sumar que coincide con la estrategia de la dirección estatal de romper todos los lazos con el partido liderado por la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.