En declaraciones a la Cadena Ser recogidas por Servimedia, Soria dijo que "las calumnias, desgraciadamente, retratan más al calumniador que al calumniado. Yo creo que esa frase no merece comentarios".

El ministro dijo que los ciudadanos deben saber que "pueden morir sin dolor", y que en España es legal tanto la aplicación de la "sedación terminal", cuyo protocolo permite a enfermos incurables despedirse de sus familiares y evitar el dólor, como la "limitación del esfuerzo terapéutico".

Sobre esto último, el ministro evocó el caso de Inmaculada Echevarría, una mujer granadina aquejada de una disfrofia muscular que pidió que la desconectasen del respirador que la mantenía con vida y que, tras atenderse su petición, murió en marzo de 2007 en un hospital público de Granada.

Para Bernat Soria, una vez comprobado que el paciente no plantea este tipo de peticiones por sufrir una depresión u otra dolencia psíquica, "tiene derecho a decir 'no me quiero tomar esta pastilla' o 'no quiero estar conectado a este ventilador', y la obligación de un sistema sanitario es atender a los derechos de los pacientes".

En esta misma línea, el ministro aseguró que, a veces se da la circunstancia de que "un cáncer, de que una enfermedad terminal, que supone una gran tortura, genera una situación en la que el paciente sufre mucho y acaba muriéndose".

"Y quienes por razones profesionales o familiares hemos visto de cerca esas situaciones, sabemos que no hay derecho. Y no solamente no hay derecho, sino que es completamente legal en España no padecer, no tener dolor", añadió.

ABORTO

En relación al proceso puesto en marcha por el Gobierno para promulgar una nueva ley del aborto, el ministro aseguró que no piensa decir a qué tipo de ley debe llegarse porque hay que dejar trabajar al grupo de expertos constituido "sin condicionarlos".

Soria alabó la sanidad pública española recordando que tiene un coste inferior a 1.300 euros por habitante y año, pese a contar con una cartera de servicios sanitarios que figura entre las mejores del mundo, y que Estados Unidos se gasta el triple por habitante y aún así deja a 47,5 millones de personas sin asistencia sanitaria.