"No hay más remedio que aceptar que el nivel educativo es uno de los factores básicos en la generación de la exclusión social de los jóvenes", afirma el documento elaborado por Dámaso Jiménez García, responsable del Programa Juventud de Cáritas.

El paro inducido por la acual revolución tecnológica "está barriendo del empleo a las personas con bajos niveles académicos, mientras que quienes poseen títulos cualificados, por ejemplo universitarios, tienen semejante nivel de ocupación que antes de la crisis", indica el trabajo.

Lo que está ocurriendo, en opinión de Cáritas, es que el incremento de titulados y la disminución de puestos fijos está llevando a que los mejor titulados acaparen todos los puestos (los de mayor y los de menor nivel), mientras que los no titulados on arrinconados tanto al paro como a los puestos eventuales y menos remunerados.

Sólo el 4,3 por ciento de los trabajadores analfabetos son regulares o fijos a tiempo completo. De ellos, el 67,7 por ciento ganan menos de 50.000 pesetas al mes y sólo el 0,8 por ciento más de 100.000 pesetas.

En cambio, el 74,5 por ciento de los titulados superiores trabajan de forma estable a tiempo completo, sólo el 11,2 por cien de ellos ganan menos de 50.000 pesetas y un porcentaje similar más de 100.000.

demás, los grupos jóvenes de menor categoría socio-económica sufren las mayores tasas de fracaso escolar, que es la otra cara de los fracasos en el empleo, "por lo que se pone en cuestión la propia capacidad del sistema educativo de promover el acceso a la sociedad a los propios jóvenes, que es un elemento esencial de su propia razón de ser", manifiesta Jiménez García.