Belloch hizo este comentario a propósito de las declaraciones de Setién sobre la pacificación de Euskadi que diferenciaban entre el arrepentimiento, que considera un acto individual no exigible por la sociedad, y el perdón.

A juicio de Belloch, esta inclinación hacia lo teológico es positiva porque "cre que es la linea en la tendría que situarse. Ese tipo de distinciones sobre el perdón y el arrepentimiento son muy interesantes, pero ajenas al fenómeno político".

En ese terreno, mencionó que "hay unas víctimas que tienen derecho a que sus asesinos comprendan el daño que han hecho, se arrepientan o pidan perdón, la expresión me da igual".

Según Borrell, esa condición es imprescindible porque el deseo general de crear un clima que posibilite el logro del fin de la violencia "no debe conducirnos autilizar eufemismos: el verdugo era y es verdugo, no se trata de miembros del movimiento de liberación vasco, no podemos cambiar las palabras ni enmascararlas. Desde la actitud de no olvidar, tenemos que tratar de tender puentes para la paz, pero sin mentir".