EL SERVICIO JESUITA A REFUGIADOS ATENDIÓ EL PASADO AÑO A MEDIO MILLÓN DE PERSONAS DESPLAZADAS
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Cerca de medio millón de personas en más de 50 países del mundo han recibido la ayuda directa del Servicio Jesuita a Refugiado (JRS) a lo largo del pasado año.
Así se desprende de la Memoria Anual 2005 de esta organización católica internacional, creada en 1980 por el entonces prepósito general de la Compañía de Jesús Pedro Arrupe para acompañar, servir y defender la causa de los refugiados y desplazados.
En la presentación de la memoria, el director internacional de JRS, Lluís Magriñà, indicó que "los programas del JRS en más de 50 países tocaron las vidas de casi medio millón de personas".
"Nuestro personal ha acompañado a aquellas personas que se han visto desplazadas violentamente, dando las herramientas para que la gente acceda a sus derechos, y les ha ofrecido formación, educación, atención sanitaria, servicios pastorales y apoyo psicosocial", añadió.
La publicación recoge los proyectos realizados en distintas regiones del mundo, como África Oriental (Kenia, Sudán, Etiopía, Tanzania, Uganda), Grandes Lagos (Burundi, República Democrática del Congo, Ruanda), África Meridional (Angola, Namibia, Malawi, Zambia, Sudáfrica, Zimbabwe, Mozambique), África Occidental (Costa de Marfil, Guinea, Liberia), Asia Pacífico (Australia, Camboya, Tailandia, Indonesia, Singapur).
También aparecen los proyectos desarrollados en 2005 en Asia Meridional (India, Nepal, Sri Lanka), Europa (Bélgica, Alemania, Irlanda, Italia, Malta, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Reino Unido), Sudeste de Europa (Bosnia y Herzegovina, Serbia y Montenegro, Kosovo, Macedonia, Croacia), América Latina y el Caribe (Colombia, México, República Dominicana, Haití, Panamá, Ecuador, Venezuela), Estados Unidos y Canadá.
Para llevar a cabo estos proyectos, el JRS ha invertido algo más de veintisiete millones de dólares, aunque "ninguno de nuestros logros habría sido posible sin nuestro personal, sin nuestros voluntarios y sin nuestros amigos", subraya el jesuita Magriñà, al recordar el 25 aniversario de la institución, que se cumplió en noviembre del pasado año.
A lo largo de 2005, "el JRS fue testigo directo de la alegría de los refugiados que regresaban a sus hogares, pero también del dolor de personas que huían de sus aldeas y ciudades temiendo por sus vidas", explica el director internacional, para quien los refugiados "son un testimonio de la luz de Dios, que nos muestra una tarea por terminar".
(SERVIMEDIA)
30 Jun 2006
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