Fue el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el que defendió desde la tribuna del Senado la ratificación de lo que definió como una norma básica para la convivencia y la paz en Europa y en el resto del mundo.

En su turno de respuesta, el presidente reiteró que el referéndum no era vinculante legalmente, pero sí desde un punto de vista político. El Gobierno, dijo, no hubiera enviado el proyecto al Parlamento para su aprobación si los ciudadanos lo hubieran rechazado. "Cuando el pueblo se pronuncia, sus representantes deben votar lo que han dicho mayoritariamente".

En ese mismo turno de respuesta, y después de que algunos grupos le hubieran pedido más impulso al reconocimiento de las lenguas cooficiales en las instituciones comunitarias, el presidente anunció "noticias muy positivas" en un futuro cercano.

El portavoz del Grupo Popular, Pío García Escudero, anunció el "sí" de su partido "por responsabilidad", porque los ciudadanos así lo decidieron en referéndum y "porque nunca se nos ocurriría maniobrar con los asuntos de Estado en clave partidista".

Aunque coincidió con los principios básicos expuestos anteriormente por el presidente del Gobierno, García Escudero precisó que el PP no comparte el "cien por cien de la literalidad" de este texto.

Por ejemplo, el reparto de poder en las instituciones ha dejado "un mal sabor de boca" y la celebración en Roma y no en Madrid de la firma del Tratado "nos ha dolido".

Más allá del contenido, García Escudero responsabilizó de la abstención en el referéndum a "la improvisación" del Gobierno en su convocatoria, y denunció también "la francofilia trasnochada" del presidente, pese a reconocer la importancia de lo que digan los ciudadanos de este país en las urnas.

Especialmente duro se mostró el portavoz popular al englobar "en el lapidario político" del presidente su frase de que ahora España ha vuelto a Europa, como si hasta ahora hubiera estado "flotando en el Atlántico, al capricho de las corrientes oceánicas, hasta la hora en que su providencial advenimiento volvió a recomponer el orden continental".

A esta frase respondió el presidente del Gobierno recordando con una sonrisa la "tendencia" del PP a viajar hacia el Atlántico, "haciendo escala en unas islas de cuyo nombre, seguramente, no se quieren acordar", en referencia a la Cumbre de Azores en la que se declaró la guerra a Iraq.

En su respuesta, el presidente aprovechó "el tono distendido" del debate para comentar con el PP el "punto de incomodidad" que percibe en su posición por votar en última instancia con el PSOE. "Para mí es una satisfacción", afirmó.

En nombre de la Entesa Catalana de Progrés, Carles Bonet explicó que los votos en contra y las abstenciones procedentes de Cataluña se deben a que los ciudadanos de esta comunidad "esperaban más" en algunos ámbitos como la defensa de la paz y también en el respeto a su identidad.

Iñaki Anasagasti, del PNV, subrayó también la vocación europeísta de su partido, pero se mostró convencido de que las lenguas cooficiales y la pluralidad de España podría haberse defendido mejor si no se hubiera enviado para ello "a cuatro jacobinos". "Cuando se contrata a un mariachi, es para que cante rancheras", advirtió.

En nombre de CiU, Pere Macías apeló al "profundo europeísmo" de su formación para anunciar un "sí" a la Constitución "plenamente convencido", pero que lleva adherido un "mandato" al Gobierno para que cumpla sus compromisos en materia de reconocimiento de las lenguas y para lograr un papel "más importante" de las "naciones sin Estado".

José Mendoza, de Coalición Canaria, expresó también su voto favorable al Tratado, igual que hicieron los canarios en las urnas, "porque merece la pena". En el Grupo Mixto, Isabel López (Izquierda Unida) reiteró los motivos de su formación para oponerse a la Constitución.