En un comunicado, la asociación indicó su “preocupación por una medida que genera inseguridad jurídica por su naturaleza retroactiva, cuyos efectos distan de estar claros y cuyo establecimiento podría motivar conflictos con inversores y procedimientos arbitrales de larga duración, y con impacto final para las finanzas públicas”.

Asimismo, advirtió de que la medida generará un “perjuicio” sobre la competitividad del sector, debido a “una competencia fiscal desleal frente a terceros”.

Por ello, la asociación criticó que “la aplicación de un impuesto tiene impactos concretos en el funcionamiento, la operativa y la rentabilidad y sostenibilidad en el medio y largo plazo de las empresas, que son agentes generadores de riqueza y empleo para el país”. “Necesitamos medidas de reactivación y protección de la economía, no de penalización o castigo”, agregó.

En la misma línea, Sedigas consideró “inexplicable y preocupante la retórica beligerante contra las empresas energéticas utilizada en el anuncio de este nuevo gravamen, que ignora el compromiso histórico y el papel fundamental de estas compañías para garantizar el bienestar económico y social de nuestro país”.

Por otro lado, la asociación también criticó que “con la información disponible, es imposible entender el funcionamiento y el impacto del impuesto que plantea el Gobierno”, ya que “se desconoce qué entiende por ‘beneficios’ y por ‘extraordinarios’, qué cálculo se va a emplear, cuál va a ser la base imponible de este nuevo impuesto, qué tipo de gravamen, etcétera, para llegar a las cifras de recaudación anunciadas”.

Por último, Sedigas subrayó que el sistema gasista español “es de una relevancia fundamental para Europa en el actual contexto de inseguridad de cara al próximo invierno” y que “nuestros puntos de recepción de gas, nuestras plantas de almacenamiento y regasificación están en el punto de mira de todos los Estados miembros para poder hacer frente a la próxima campaña invernal”.

De esta forma, resaltó que “el potencial en gases renovables, en biometano e hidrógeno verde, nos convierte en actor clave en la senda de la descarbonización y la independencia energética y en receptor natural de inversiones”, pero que “nada de ello sirve si generamos inseguridad e incertidumbre, que además tienen un coste en términos de reputación y marca país”.