SANFERMINES. UN HERIDO DE ASTA EN EL PRIMER EN ENCIERRO

PAMPLONA
SERVIMEDIA

El primer encierro de los Sanfermines 93, con toros de la ganadería de Cebada Gago, fue largo y muy peligroso y registró un herido por asta de toro, que fue corneado en el tramo e Telefónica por un morlaco castaño, de nombre "Tortolito", que le empitonó en la parte posterior de la rodilla izquierda.

Se trata del pamplonés Fermín San Martín, jugador del equipo de balonmano San Antonio, que quedó atrapado entre dos toros unos metros antes de la entrada al callejón de la plaza.

Según el parte médico facilitado por el Hospital de Navarra, el mozo presenta una cornada de 20 centímetros en la cara antero- externa de la rodilla izquierda, que le produjo desgarros, aunque no afeta al nervio ciático ni a vasos sanguíneos importantes.

Otros tres corredores fueron trasladados al servicio de urgencias del Hospital Virgen del Camino, donde fueron atendidos de diversas lesiones. Son Carmelo Bidegani, vecino de Valencia, que presentaba contusión en cabeza y codo; Carmelo Etxebarría, con golpes y heridas en una rodilla, y un joven norteamericano que fue pisoteado por la manada en el callejón de entrada a la plaza de toros.

A las ocho en punto de la mañana, después de que los moos cantaran tres veces a San Fermín pidiéndole su protección en el encierro, con el sonido del cohete los seis toros de Cebada Gago salieron velozmente de los corrales de Santo Domingo, para enfilar la cuesta que da acceso a la plaza del Ayuntamiento.

En ese primer tramo la manada corrió de forma compacta, aunque dio varios sustos a los corredores que abarrotaban los 840 metros del recorrido. Unos metros antes de tomar la curva de Mercaderes, los Cebada se dividieron en dos grupos: cuatro toros negrosabrían la carrera en la calle Estafeta, bien arropados por los cabestros, mientras que otros tres quedaban algo rezagados.

En la calle Estafeta se vivieron momentos de mucho peligro cuando dos de los astados quedaron sueltos y derrotaron hacia los mozos, girándose hacia las vallas de protección y embistiendo a varios corredores, aunque sin mayores consecuencias.

En la plaza de toros, los dos morlacos cayeron varias veces al suelo y los dobladores tuvieron que emplearse a fondo para conducirlos co sus capotes hasta el interior de los toriles.

(SERVIMEDIA)
07 Jul 1993
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