La investigación, dirigida por James Crissman, e la compañía Dow Chemical de Michigan (EEUU), comenzó después de que este especialista descubriera una gran bajada en los niveles de esperma en Estados Unidos sobre el año 1960. Este dato lo relacionó con la introducción de la sal con yodo en el país, en 1924, fecha media en la que los estudiados habían nacido.

El déficit de yodo en la dieta puede provocar un retraso en el desarrollo mental, y por ello se añade este elemento a la sal. Para comprobar su tesis, el investigador sometió a unas ratas a un dieta carente en yodo y después las hizo aparearse con ratas machos sanas. La camada fue amamantada por las madres y después fue privada del yodo. El resultado fue que las ratas varones desarrollaron testículos hasta el doble de grandes que las normales, además de producir más cantidad de esperma.

El principal problema del estudio es la poca fiabilidad del recuento de esperma. Además, Grissman advierte de que no quiere provocar la alarma entre la gente: "Existe el peligro de que capten exactamente elmensaje equivocado y decidan que estas mediciones del esperma son más importantes que el desarrollo del cerebro".