Rubio, con tono de enfado y visiblemente nervioso ante el nivel de las intervenciones de los grupos parlamentarios, levantó la voz para decir que "jamás he aprovechado mi cargo en el Banco de España para aprovecharme, y la historia, con poco que se recuerde, me dará la razón".

Añadió que "no tengo remordimiento ni mala conciencia, y miro a todas las cámaras de televisión que haya que mirar". A continuación reconoció que "no ha habido esta tard posibilidades de aportar pruebas concretas", aunque recalcó que "si no he sido convincente, lo lamento".

En su alegato final, Mariano Rubio basó su defensa en que su actuación al frente del Banco de España fue intachable, al afirmar que "no hay ninguna prueba que haya habido conductas del Banco de España debida a intereses personales", y aportó, como la mejor prueba de ello, que habrá pocas gentes que hayan sido capaces de atraerse tantos enemigos, y tantos enemigos poderosos".