Rojo, que clausuró un seminario sobre "La nueva Europa", se mostró convencido, no obstante, de que esos elementos "ya no son dominantes", lo que hace factible la convergencia "si todos lo quieren, el Estado y la sociedad española".

A su juicio, serán los países más proclives al aumento de precios, como España, los que más se beneficiarán de la UEM, porque contribuirá a bajar los tipos de interés y servirá de disciplina contra la inflación.

Rojo dijo que la medida de convergencia más importante ya se ha adoptado, al comprometerse España, con los demás socios comunitarios, en la construcción del mercado único europeo de 1993.

En su opinión, ese mercado introducirá por si solo na mayor disciplina de costes y una cultura industrial más europea, además de estimular la adopción de reformas de carácter estructural que potencien la competitividad de la economía.

Finalmente, Rojo indicó que quedarse fuera de la última fase de la UEM, cuyo inicio está previsto para 1997, además de una humillación nacional, plantearía la necesidad de subirse una vez más a "un tren ya en marcha".