A finales de enero de 1993, revistas como Teleprograma, Supertele, Diez Mnutos o Teleindiscreta iniciaron una campaña de prensa para denunciar la guerra de la contraprogramación entre las televisiones. Bajo el lema "No es mi culpa, no es tu culpa, es la culpa de las televisiones", las revistas publicaron una sección común, "Programas falsos", en la que se condenaba al "cepo" a la cadena que más cambios introducía en su programación. También se insertaron anuncios en revistas especializadas para advertir a las distintas marcas de los perjuicios que la contraprogramación suponía ara sus ventas.

Según la sentencia, la campaña llevada a cabo por las revistas de televisión reconoce la falta de respeto de las cadenas hacia los espectadores. Durante las tres semanas que apareció "Programas falsos", resultó que Telecinco fue el canal que más contraprogramación y, por esta razón, fue protagonista del "Cepo".

Por otra parte, la sentencia señala que los cambios en la programación sólo buscan un aumento de la audiencia y la repercusión económica para las televisiones. Se deja así e lado el respeto que, desde un punto de vista informativo, merecen los lectores de las publicaciones de televisión y, por extensión, todos los espectadores de un servicio público.