Revilla se reunió con el presidente del Gobierno dentro de la ronda de contactos para negociar el nuevo modelo de financiación autonómica.

Después, en rueda de prensa, reconoció cierta "preocupación" por uno de los puntos contenidos en el documento del Gobierno, que interpreta como "caballo de batalla" de Cataluña en esta negociación, la reducción de las diferencias de financiación per cápita entre los diferentes territorios.

Cantabria es una de las comunidades con ese diferencial, tiene el 1,37% de la población estatal y recibe el 1,62% de la financiación.

El motivo, explicó, es que en Cantabria resulta "carísimo", más que en otras comunidades, prestar servicios como la educación o la sanidad, debido a la dispersión de la población.

Por ello, reclamó a Rodríguez Zapatero que se pondere el coste de esos servicios en cada comunidad atendiendo a sus peculiaridades orográficas y de población, tanto por dispersión como por envejecimiento.

Tras la reunión con el presidente se declaró "tranquilo", ya que, explicó, recibió garantías de que esos factores se tendrán en cuenta, y que además Cantabria podrá acceder al fondo "de última hora" para las comunidades con crecimiento de población inferior a la media.

Revilla se puso en el papel del presidente, "una especie de padre de familia" que estos días recibe "a 17 hijos y dos primos carnales, algunos de los cuales no se llevan bien, algunos hasta son algo belicosos", que le reclaman su parte de la herencia y ante lo que tiene que "conciliar" intereses.

Por ello, aunque entiende las reivindicaciones de todas las comunidades, advirtió de que si todas se comportaran de forma "insolidaria", la consecuencia sería la eliminación de un principio esencial, como es la redistribución de las rentas que compete al Estado.

De su reunión con el presidente, Revilla concluye que el Gobierno presentará dentro de una semana o dos los números del modelo que propone, porque la intención es que el acuerdo esté cerrado en febrero.

Como es habitual, Revilla protagonizó la anécdota de la ronda de contactos del presidente con los mandatarios autonómicos. Llegó en taxi, como siempre, pero esta vez enviado por Moncloa, por razones de seguridad, aunque igualmente lo tuvo que pagar de su bolsillo.

También como siempre, llevó al presidente del Gobierno unas anchoas típicas de Cantabria, y en esta ocasión también una tarjeta de felicitación navideña con el dibujo de un urogallo, ave que habita, entre otras zonas, en la cornisa cantábrica y que está protegida para frenar el riesgo de extinción.