En el departamento de José Borrell, consideran que la medida era imprescindible para que la compañía logre sus objetivos en la Unidad de Negocio de Largo Recorrido, para la que Renfe espera obtener un resultado de explotación positivo a finales de 1998.

Con el cambio de los criterios empleados para fijar la tarifa (ya no habrá un componente fijo y otro variable en función de las distancias, sino tres precios diferentes en función de la demanda y el tráfico como ocurre con el AV), la empresa que preside Mercé Sala se ha asegurado unos ingresos adicionales de 1.600 millones de pesetas al año.

Aprovechando la revisión, Renfe ha elevado en 100 pesetas el factor que sustituye al componente fijo de los billetes, pasándolo de 200 a 300 pesetas, y este aumento generalizado en todos los recorridos es el que generará el 75 por cien de los ingresos adicionales previstos en 1994, unos 1.200 millones de pesetas.

Este es el principal elemento con el que Renfe espera mejorar la cuent de explotación de su servicio de largo recorrido, que en 1993 registró un déficit de 12.000 millones de pesetas, y que según responsables de la compañía consultados por Servimedia deberá reducirse un 20 por cien este año, con el fín de que no supere los 10.000.

Para lograrlo, la empresa ha utilizado la facilidad que le proporciona la desregulación de las tarifas de largo recorrido, que ya no están sometidas al control estatal.