Los líderes sindicales afirmaron, ante los delegados llegados a Madrid en más de 150 autobuses que colapsaron las inmediaciones del Estadio Santiago Berbabeu, que las fuerzas políticas de derecha, la patronal y el Gobierno están "conchabados" para "desmantelar" la industria espñola.

Redondo criticó el "escaso compromiso social" mostrado "por una parte importante de los partidos de izquierda". Se preguntó qué formaciones políticas se ocupan de los intereses de los trabajadores, para responderse, en referencia al PSOE, que "quienes desde la izquierda labran por enterrar a la izquierda es aquí donde deberían estar".

Señaló que la falta de apoyo institucional con que cuentan los sindicatos se compensa con el respaldo popular a las reivindicaciones que defienden. "No estamo solos, porque somos parte importante de millones de trabajadores y tenemos la razón. No hemos inventado el descontento social, sino que ha surgido de manera espontánea", afirmó.

En su opinión, las protestas de los trabajadores están dando sus frutos. "Los sindicatos", añadió, "le están ganando al Gobierno la batalla de los principios que deben regir la política de reindustrialización, pero hay que insisitir en la lucha, para ganar la batalla de los acuerdos concretos".

Por su parte, Antonio Gutirrez denunció la existencia de una "trinidad que de santísima no tiene nada", formada por "la patronal CEOE, de Cuevas; la derecha de Aznar, y el Gobierno socialista", y afirmó que "esa es la trinidad con la que quieren llevarnos a la convergencia con la CE".

Afirmó que el Ejecutivo quiere llegar a esa convergencia mediante "salarios más bajos, precariedad en el empleo y un país desértico industrialmente" y acusó al presidente de la CEOE, José María Cuevas, de pretender "un Estado vaca en el que él se el único lechero".

Gutiérrez rechazó también las referencias hechas ayer por el ministro de Economía, Carlos Solchaga, sobre la posibilidad de un pacto salarial a tres años, cuando afirmó "que no nos venga ahora insinuando pactos de tres años para moderar los salarios cuando, a la vez, fracasa en todos sus objetivos".

Los delegados concentrados en Madrid por UGT y CCOO procedían de las regiones españolas más afectadas por la crisis industrial (Asturias, País Vasco, Cantabria, Galicia, Murcia, Marid y Castilla y León).

Decenas de furgonetas de efectivos antidusturbios custodiaron a los manifestantes, entre los que grupos de mineros lanzaron petardos contra la fachada del Ministerio de Industria y contra los policías, produciéndose algunos enfrentamientos físicos.

Durante la concentración, que transcurrió entre los sones de La Internacional, los delegados de UGT y CCOO corearon gritos contra el titular de Industria, Claudio Aranzadi, pidiendo su dimisión.

SECTOR PUBLICO

Paralelamene, la Unión Sindical Obrera (USO) concentró ante la sede del Insituto Nacional de Industria (INI) a 1.000 delegados de empresas públicas afectadas por la crisis industrial, como Bazán, Hunosa, Ensidesa, Iberia o Renfe, entre otras, y entregaron al vicepresidente del "holding" público, Miguel Cuenca, un carta con las reivindicaciones del sindicato.

El secretario general de USO, Manuel Zaguirre, pronunció un discurso en el que exigió al Gobierno un plan general de reindustrialización, financiado con un mpuesto extraordinario sobre los beneficios empresariales.

También reclamó un esfuerzo de todos los interlocutores sociales (Ejecutivo, patronal y sindicatos), para consensuar dicho programa de reindustrialización, y aseguró que, sin ese consenso, será muy difícil evitar la incertidumbre creada por la crisis en algunas regiones que dependen plenamente de determinados sectores industriales.