Pujol, antes de participar en los cursos de verano de la Universidad Complutense, señaló que en España "hay una mentalidad de emulación" y "el autonomismo español no se ha producido por convicción, sino por arrastre, la gente va a pedir lo que tiene Cataluña".

Afirmó que esta posición de vanguardia en cuanto a reformas estatutarias "es una carga muy fuerte y un freno muy grande" y añadió que, en el episodio vivido en torno al nuevo estatut, Cataluña "ha sufrido un desgaste tremendo y los costes van a ser muy grandes".

Al hilo de esta reflexión, comentó que tras el diseño, tramitación y aprobación del nuevo Estatuto para Cataluña, "el PP se ha puesto fuera de juego en todos los sentidos", lo que ha tenido como consecuencia que con este partido ya "no se pueda contar", y añadió que el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Cataluña le parece "mal".

"Nuestras relaciones con el PP empezaron a ser difíciles a partir de la mayoría absoluta, a partir de 2001 se hace muy difícil la colaboración, y esta es ahora mala a nivel español y mala para Cataluña", añadió Pujol.

En cuanto a su retirada del poder, Pujol compartió que, ante su salida de la vida política, "había quien aseguraba que las relaciones con España iban a mejorar", pero, a su juicio, esas relaciones están hoy "peor que nunca".

El ex presidente de la Generalitat indicó que, a lo largo de todos los Gobiernos nacionales a los que CiU prestó apoyo parlamentario, él se mostró dispuesto "a ceder nuestras revindicaciones a favor de la estabilidad".

Agregó que el nacionalismo catalán ha aportado dos contribuciones esenciales a la política cotidiana de España, que han sido que hubiera "continuidad en la acción colectiva de los gobiernos" y que hubiera "estabilidad y gobernabilidad, mandase quien mandase".

"El nacionalismo catalán siempre ha pretendido defender la identidad de Cataluña, pero integrándose en España vio que podía contribuir al progreso del país", concluyó Pujol.