Pujol, que en esta ocasión no aludió a los agravios ni a campañas anticatalanistas, destacó la buena marcha económica de Cataluña y España y auguró "un buen año" para crecer, "mejorar como sociedad" y "ganar peso como pueblo".

Añadió que "seía injusto e irreal silenciar que el Estado español está consolidado como país democrático que se está incorporando bien en Europa" y que "ha habido un gran proceso de modernización y que el Estado del bienestar se ha generalizado".

Jordi Pujol reiteró, sin embargo, "la aportación positiva, y no pequeña, en el capítulo moral de toda Europa" que hace Cataluña, porque es "capaz de combinar identidad e internacionalización, afirmación propia y convivencia, libertad y cohesión" en una época en que "por un parte, lo que domina es la uniformización, el dominio aplastante de lenguas y culturas muy poderosas y de intereses económicos y políticos potentísimos, y por otra, hay reacciones casi tribales, radicalizadas y violentas".

El presidente catalán aseguró en su discurso que "vivimos uno de los mejores momentos de nuestra historia desde hace mucho tiempo, y tras preguntarse si sabremos aprovechar esta circunstancia de cara al futuro, muestra su convencimiento de que "nuestro reto no es ser uno más", sino"conseguir peso político en España y Europa" y "reforzar el autogobierno".

Pujol apeló a "la ambición colectiva, espíritu de justicia y patriotismo" para lograr este objetivo, ya que "no hay ningún pueblo en el mundo que no haya hecho algo que valga la pena sin sentimiento de patria", y agregó a esta petición que "es necesario evitar la amenazadora decadencia demográfica".

En su discurso de final de año, el presidente de la Generalitat afirma que no quiso pasar por alto los "hechos negativos" com el paro, la marginación, motivo por el cual, dijo, "nadie puede pensar que ya se ha hecho todo lo que se debía hacer".