Desde que se inició la era nuclear, Estados Unidos, la ex Unión Soviética, Francia, China y Gran Bretaña han realizado más de 2.000 ensayos nucleares, de los cuales 423 han sido en la atmósfera.

En total estas pruebas han dispersado en la atmósfera 100 veces más aerosoles radiactivos, 10.00 veces más de tritio y 3 veces más de kripton que el accidente ocurrido en la central nuclear de Chernobil, si bien las dosis que recibió la población fueron más bajas, ya que la nube radiactiva que se forma tras los ensayos nucleares asciende a más de 10.000 metros en unos pocos minutos y se realizan en zonas poco pobladas.

La dosis colectiva para la población mundial a causa de las pruebas nucleares de carácter armamentístico se ha estimado en unos 3 milisievert por persona, valor algo superior a l dosis anual individual debida a la radiactividad natural.

Los datos del Instituto de Protección y Seguridad Nuclear de Francia indican que, por el contrario, los efluentes gaseosos y líquidos que generan las centrales nucleares son de bajo nivel y tienen poco impacto sobre la población.

Sin embargo, destaca la dispersión de productos radiactivos que han generado algunos accidentes ocurridos en centrales nucleares, como los de Chernobil (Ucrania), Three Mile Island (Estados Unidos) y Windscale (Rino Unido).