En declaraciones a Servimedia, Julio Cuder Morillo explicó que, tras sacar las entradas y esperar en la cola para entrar a la cueva, avisó que iba acompañado por su perra guía. Entonces, relató, “me dijeron que no me podían dar una autorización para que Cloe entrara conmigo”.

“Solo insistían en decirme que la normativa lo prohibía”. Por ello, añadió, “les recordé que en Cantabria había una ley de rango superior sobre perros guía de la Consejería de Asuntos Sociales”.

Pese a esta advertencia, Cuder Morillo explicó que la guía del recinto llamó al conservador, quien “de nuevo volvió a reiterar que la normativa lo prohibía y la perra guía podía dañar el patrimonio histórico de la cueva”.

Ante esta situación, a Julio Cuder le comentaron que podía dejar atada a Cloe a la entrada de la cueva. “Intenté explicarles que estos perros guía tienen un adiestramiento muy complejo y que no pueden ser apartados de sus dueños”.

Finalmente, Julio Cuder llamó a la Guardia Civil, cuyos agentes tampoco pudieron permitir la entrada de Cloe, por lo que intentó poner una reclamación en el Ayuntamiento Ramales de la Victoria, donde le aseguraron que “no eran los responsables de la cueva y que fuera a la Consejería de Cultura”.

Para Cuder, todo ello fue “una experiencia surrealista y muy triste”, por lo que pondrá una denuncia en esta consejería de Cantabria “para evitar que otra persona pase por lo mismo que yo”.

La cueva de La Cullalvera es accesible porque su trayecto se realiza sobre una rampa. Según subrayó Julio Cuder, es un espacio muy grande con 400 metros de trayectoria, con 28 metros de altura y 14 metros de ancho.