Así lo expresan diversos expertos en artículos, recogidos por Servimedia, que aparecen publicados en el último número de la revista del colectivo Gesto por la Paz, publicación que lleva por título "Bahe Hitzak (Palabras de paz)".

En este sentido, José Ignacio Calleja, profesor de Moral Social Cristiana en el seminario de Vitoria, señala que la deslegitimación de la violencia de ETA tiene que ver con el hecho de en qué medida se puede decir que la banda terrorista consigue sus "principales objetivos" si abandona las armas.

Según este profesor, debe buscarse "el modo de que ETA no saque, ni lo parezca, precio político de su final", aunque esto debe complementarse con que la banda terrorista "no pague, ni lo parezca, más precio penal del que las leyes democráticas y su jurisprudencia imponen".

Por su parte, Imanol Zubero, sociólogo y profesor en la Universidad del País Vasco, entiende que la violencia de la banda etarra "no se relaciona necesariamente con ningún problema político", a lo que añade que el terrorismo "no apareció como 'consecuencia lógica' de un estado de cosas, sino como fruto de la decisión de unas pocas personas".

Por este motivo, Zubero remarca que "a la violencia se llega y de la violencia se sale no como determinación histórica, sino como consecuencia de una decisión. Esto es lo que debemos recordar, machaconamente, frente a todos los intentos de salvar la violencia recurriendo a la necesidad histórica".

A su vez, Javier Vitoria, sacerdote y teólogo de la Universidad de Deusto, sostiene que arrepentirse de haber celebrado asesinatos como el de Carrero Blanco ayudaría a la sociedad vasca a "deslegitimar" la violencia de ETA.

Según este sacerdote, este ejercicio podría contribuir también a que los terroristas empezaran a asumir el valor de la "vida humana", al tiempo que añade que "también en tiempos de 'alto el fuego permanente', o quizás ahora más que nunca, hemos de deslegitimar la violencia política de ETA, es decir, condenarla como arma política".

Javier Vitoria destaca que hay muchos que concedieron "más fácilmente la presunción de inocencia a la 'justicia retributiva' etarra que al sufrimiento de las víctimas". "El 'dios-ETA' se limitaba a impartir justicia y castigar al culpable", se lamenta este sacerdote, quien añade que esto permitía justificar la "muerte, secuestro, extorsión, difamación" de otras personas.

"Hoy todavía recuerdo con especial desasosiego", destaca este teólogo, "las veces que en las plazas de Euskadi festejamos y ritualizamos la muerte de un ser humano, Carrero Blanco, lanzando al aire una prenda de vestir mientras nos dejábamos acompañar por la música de Urko. Necesitamos hacer este reconocimiento para ayudar a deslegitimar definitivamente la violencia".