Inclusión educativa
Un profesor de Física con 79% de ceguera supera la discriminación de "tener discapacidad y no saber catalán"
- La Justicia le ha dado la razón frente a la Universidad de Barcelona, que le puso diversas trabas por su discapacidad
- Investigaciones académicas concluyen que la presencia de personas con discapacidad enriquece el rendimiento en el aula
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Justo López Sarrión es profesor del grado de Física en la Universidad de Zaragoza y este mes de febrero impartirá Cálculo diferencial y Matemáticas en la Facultad de Ciencias. Tiene un 79% de discapacidad visual y una experiencia acreditada internacionalmente de más de dos décadas. Varias investigaciones académicas concluyen que la presencia de personas con discapacidad en el campus contribuye a mejorar el rendimiento de los alumnos.
“Tengo una relación con ellos bastante buena y cercana. Los alumnos viven mi discapacidad de una manera mucho más natural que el resto de estamentos académicos, a pesar de lo que un profesor me decía que están muy infantilizados. Mi impresión es que no es esa la actitud, sino todo lo contrario. Son mucho más naturales que los mismos profesores”, indica a Servimedia este físico al que una sentencia le ha dado recientemente la razón tras las trabas que recibió en la Universidad de Barcelona por la “desconfianza” que mostraron algunos responsables de que Justo pudiera desempeñar adecuadamente su labor de investigador.
Además de la resolución judicial, su currículo y experiencia contradicen aquellas prácticas discriminatorias. El profesor achaca la situación al “desconocimiento absoluto”, la “poca sensibilidad” hacia la discapacidad y a “una especie de sobreprotección” a los estudiantes, a la persona con discapacidad o a la institución.
“Cuando trabajo con alguien, por ejemplo, en temas de investigación, me suele pasar que se sorprenden mucho, porque por regla general no tienen contacto con gente con discapacidad visual o si la tienen no es lo suficientemente cercana como para saber cómo uno puede trabajar”, apuntó.
Pero, además de que “sea capaz de hacer cosas” para llegar a ocupar una plaza en una universidad pública Justo ha tenido que pasar “todos los filtros”. Asegura a Servimedia que sacó la tercera mejor nota de su promoción al final de la carrera, y que eran más de 80 alumnos. También ha hecho un doctorado y ha colaborado con varias universidades en diversos países.
“Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Colombia estábamos un año de prueba y teníamos tres profesores asignados que llegaban a la clase sin avisar. Se ponían en el aula y escuchaban la clase que dabas y al final ellos hacían un informe y evaluaban. Yo, además, como no los veía, pues yo daba mis clases normal: No sabía que allí había un profesor que me estaba evaluando”, argumentó.
Cuando entra en un aula, el profesor Justo explica a sus alumnos cómo va a impartir la clase, qué va a hacer y la dinámica que va a seguir. “También les pido la colaboración, en el sentido de que como yo escribo en la pizarra fórmulas, por su bien les digo que estén atentos y que me indiquen por ejemplo cuando voy a sobre escribir. Son súper colaborativos, están muy atentos y en general la actitud es buenísima. De hecho, en todas las encuestas docentes que hacen los estudiantes, siempre me evalúan bastante bien”, aseveró.
GRUPOS MÁS CREATIVOS Y CRÍTICOS
Por ejemplo, el documento ‘Beneficios y Desafíos de la Diversidad en Entornos Académicos’ de Eve Fine y Jo Handelsman publicado por la Universidad de Wisconsin explora cómo la diversidad en la facultad influye en la fortaleza, productividad y personalidad intelectual de la comunidad educativa. La investigación muestra que los grupos diversos son más creativos e innovadores, y que la diversidad mejora el análisis crítico y la innovación en las empresas.
“He viajado mucho, he estado en muchos sitios, en muchas universidades, conozco muchos centros de investigación y he podido tener experiencias de todo tipo. Sin embargo, en general, la actitud de la gente ante mi discapacidad ha sido más bien colaborativa en los grupos en los que he trabajado, pues lo primero que hago es mencionar mi discapacidad y qué necesidades puedo tener”, continúa.
Justo, doctor en Física, con la especialidad de Física teórica, concretamente en la Física cuántica y física matemática, hizo sus estudios en la Universidad de Zaragoza y después llevó su carrera al extranjero tanto como investigador como como profesor visitante. Ha estado en la Universidad de Nueva York, la Universidad de Santiago de Chile, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.
A raíz de la pandemia, el científico regresó a España gracias a una beca de la Fundación ONCE para realizar una investigación en la Universidad de Valladolid. “De ahí pues salté y conseguí un contrato María Zambrano en la Universidad de Barcelona de investigación”, prosigue.
El diagnóstico de su discapacidad llegó cuando tenía 18 años, por una retinosis pigmentaria, pero hasta el tercer año de carrera pudo seguir los estudios de forma “normal”, a pesar de que ya se presentaban dificultades por la baja visión.
PROBLEMAS
En la Universidad de Barcelona hizo “lo mismo” en 2022 “nada más llegar”. “Comenté mi situación y a raíz de ahí ya empezaron los problemas”, con los distintos responsables.
“Como cualquier tipo de investigación, requiere de la lectura de documentos y de artículos que están generalmente están en tinta o en digital, que por el tipo de investigación que yo hago tienen mucho contenido matemático y los lectores de pantalla no se comportan bien. Generalmente no está del todo accesible. Entonces solicité a la universidad si tenía algún servicio de apoyo con estudiantes voluntarios como sucede en algunas otras universidades donde he estado”, explica.
La respuesta fue negativa, como también fue el acceso al edificio en horario no lectivo, pues su contrato tenía “una componente alta de investigación”. “Casi todos mis compañeros del departamento en ese momento lo hacían e iban en horario no lectivo para trabajar, hacer uso de los recursos del departamento, acceder a Internet y a revistas a las que estaba suscrita la Universidad, cosa que no puedes hacer desde fuera. Es algo común”.
El investigador solicitó acudir al centro para participar en una reunión de trabajo prevista de forma telemática que no podía hacer desde su casa y desde el área de prevención de riesgos laborales de la Universidad le fue denegada. “Estimaban que era un riesgo que yo fuera en horario no lectivo por mi discapacidad”, subraya.
No fue la única barrera con la que se topó. También le pusieron trabas para impartir clase. Sus superiores valoraron que “no sabía catalán”, que “estaba recién llegado y si venía un estudiante y hablaba en catalán o escribía el ejercicio en catalán, cómo le iba a poder ayudar”.
MATEMÁTICAS EN CATALÁN
“Yo les dije que eso no era ningún problema, que obviamente estamos hablando de Matemáticas. Yo sabía que esto era una excusa. Después de insistir, al final el director me confesó que no era por esto el catalán, sino que era básicamente porque tenían prejuicios. No veían claro que yo pudiera dar clases con mi discapacidad, a pesar de que he dado 20 años clases en muchas universidades”, rememora.
Este último argumento colmó el vaso y afectó al profesor. “He estado con tratamiento psicológico en ese tiempo y finalmente tomé la decisión de denunciarlo a la Inspección del Trabajo. "Cuando se enteró la universidad tuve bastantes presiones”, relata.
Todo ello culminó en una sentencia del Juzgado de lo Social nº 33 de Barcelona que declaró “la vulneración del derecho fundamental a la igualdad” y condenó a la Universidad de Barcelona a indemnizar a Justo por daños morales y daños y perjuicios durante su servicio como investigador postdoctoral en el Departamento de Física Cuántica y Astrofísica de la Facultad de Física y Química de la Universidad, donde fue fue contratado para desarrollar el proyecto ‘Teoría y fenomenología de las interacciones fundamentales: física de partículas y unificación de las fuerzas’.
Tras unos meses en paro, salió un concurso de una plaza en la Universidad de Zaragoza. “Me presenté y la conseguí. Así que ahora mismo estoy con una plaza de profesor permanente laboral en la Universidad de Zaragoza en el departamento de Física teórica”, donde comenzó el pasado noviembre y en breve se enfrentará a sus primeras clases ante el comienzo del nuevo cuatrimestre.
“El trato ha sido muy distinto al que he sufrido en la en la Universidad de Barcelona. En la Universidad de Valladolid, donde estuve antes de Barcelona también me dieron todo el apoyo, me asignaron un estudiante voluntario que me estuvo apoyando. Mi experiencia es que estos estudiantes que hacen este tipo de tareas tienen la oportunidad de tener un contacto directo con una investigación real y eso les aporta mucho”, reporta, a la vez que para el investigador con discapacidad esa forma de adaptación es más ágil, rápida y menos costosa que habilitar materiales constantemente.
(SERVIMEDIA)
25 Ene 2025
AHP/pai