Por lo demás, de la investigación llevada a cabo se desprende que ese mayor nivel de fumadores entre los profesionales sanitarios se debe al fuerte arraigo del tabaquismo entre el colectivo femenino, especialmente entre las enfermeras.

Así, mientras que los facultativos varones fuman algo menos que el resto de la población, en el caso de las sanitarias la proporción de fumadoras se dispara hasta el 42 por ciento, unos quince puntos por encima de la media general entre las mujeres españolas.

También es significativo el porcentaje de fumadores en el sector de la Atención Primaria, donde fuma de modo habitual el 39,8 por ciento de sus miembros, que son precisamente los que tienen un trato más directo con el paciente y, por tanto, quiees mayor responsabilidad tienen también a la hora de concienciar a la población sobre los perjuicios del tabaco.

El mal ejemplo que dan el personal de enfermería y los médicos de Atención Primaria tiene su contrapartida, en cambio, entre los especialistas en enfermedades respiratorias, donde tan sólo fuma hoy el 11,4 por ciento (frente al 35 por ciento que lo hacía en 1985) y un 95 por ciento de ellos afirma asumir que uno de los consejos básicos que han de transmitir a sus pacientes es que el abandon del tabaco.