Un total de once combatientes norteamericanas han sido víctima de amputaciones de distinta gravedad, lesión que han sufrido 350 de sus compañeros varones desde el comienzo del conflicto de Iraq. Según la historiadora Judy Bellafaire, de la Fundación Mujeres en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, esta es la primera generación de veteranas con secuelas graves en la historia del país.

Sin embargo, las bajas y las lesiones de las mujeres soldado no han causado la reacción de la sociedad norteamericana que preveían los expertos, según Charles Moskos, sociólogo militar de la Universidad Northwestern.

Los líderes políticos también eluden el tema. Los del partido Republicano, para evitar perder el apoyo de la opinión pública a la guerra de Iraq, y los del Demócrata, por temor a perder el voto de las militares si evocan un tema tan sensible.

Su capacidad de recuperación si ha llamado la atención del personal sanitario y de rehabilitación del Hospital Militar Walter Reed de Washington, que también ha destacado el apoyo mutuo que se han brindado las mujeres con este tipo de lesiones.Varias de ellas ya se han reincorporado a la vida activa.

Este es el caso de Juanita Wilson -la única de estas veteranas que tiene hijos- que sufrió la amputación de su brazo izquierdo en un atentado en agosto de 2004, y ya se ha reincorporado a un puesto administrativo de las Fuerzas Armadas.

Dawn Halfaker víctima de una lesión similar, es ahora asesora de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada en Defensa.

Por su parte, la piloto de helicóptero Tammy Duckworth -que perdió ambas piernas y sufrió heridas graves en su brazo derecho cuando fue derribado el helicóptero que pilotaba- se presentará a las próximas elecciones al Congreso por el Estado de Illinois.