Los trabajadores de bancos y empresas españoles tienen motivos suficientes para no creerse del todo los mensajesde buenos deseos que invaden hasta el último rincón en estas fechas, y es que los indicadores económicos dejan un margen muy estrecho a la idea de que 1993 será un felíz y próspero año nuevo.

En el caso concreto de la banca, el panorama es desalentador, ya que comienza un semestre en el que deben lograr que los balances de junio no reflejen las dificultades por las que atraviesen, poniendo en entredicho su capacidad financiera y su solvencia.

Ante las puertas del verano, habrá que examinar esos rsultados de bancos y cajas con los cinco sentidos e intentar ver qué operaciones se han hecho al márgen de su actividad típica para que se produzcan beneficios, aunque serán más bien pocos.

Otros dos buenos indicadores para ver los esfuerzos que ha hecho la banca con el fin de bandear el temporal son la forma en que ha evolucionado la morosidad, pues no hay que olvidar que nos introducimos en el tramo que los expertos consideran como "el más bajo de la crisis", y la firmeza con que se ha retenido el ferte aumento de los riesgos crediticios.

Algunas entidades se acercan a ese panorama en condiciones no muy buenas para pasarlo sin zozobrar, y por ese término marinero puede entenderse tanto el hundimiento de la nave, en el caso de las de menor tamaño, como el "enganche" a otra más sólida que tire de ella, "versus" fusión bancaria. Los rumores sobre Banesto no cesan.

Otro asunto que también va seguir dando que hablar es el de KIO y sus ya famosas inversiones en España. La verdad es que nunca han ido anónimas, pero ahora, que amenzan a la continuidad de miles de puesto de trabajo, dejarán de ser algo que sólo interesa a la comunidad financiera, para convertirse en motivo de conversación hasta en el último rincón del país.

Hay que reconocer que el Gobierno está intentado "coger el toro por los cuernos" llegando incluso a negociar directamente con la Adminisración de Kuwait, motivado, en parte, porque se acerca un año electoral y bastante mal se le presenta el panorama al PSOE como para añadir ala nómina un fracaso económico del calibre que puede alcanzar el dejar a la deriva todos los negocios en los que KIO ha intervenido.

Las actuales negociaciones que mantiene el secretario de Estado de Economía, Pedro Pérez, pueden ser la clave de la solución, pero lo que parece que está claro es que no nos salva nadie de asistir a un proceso legal, con acusaciones cruzadas en los tribunales, que al margen del morbo que despertará, sentará jurisprudencia.

Los responsables del Ministerio de Economíay de Industria se han propuesto que el "affaire" KIO no pase sin pena ni gloria, y entre las discursiones gubernamentales cobra fuerza la posibilidad de procesar a los antiguos gestores de Torras-KIO, Javier de la Rosa y compañía, por los suspuestos desmanes cometidos en la dirección de ese "holding" industrial.

Mientras que el Gobierno pelea con el "miura" de KIO otras actividades empresariales lo harán con la crisis general. Así, los fabricantes de automóviles deberán hacer frente a la competencia dl exterior sin barreras arancelarias y algún que otro expediente de regulación de empleo, medida laboral con la que muchos obreros tendrán que familiarizarse a la fuerza.

Las expectativas pueden ser algo mejores para sectores que son considerados motores de la economía, como el de la construcción, que puede encontrar su válvula de escape en un Plan de Vivienda del Gobierno que incentiva los alquileres, y una Ley de Arrendamientos Urbanos que regula definitivamente el sector.

DISCREPANCIAS EN EL SECTR PUBLICO

Un sector con noticias de interés será el de empresas públicas, que emprende la andadura de 1993 con el firme deseo del Gobierno de vender algunos activos interesantes para enjugar su descomunal déficit público, exigencia del Plan de Convergencia de la CE.

Aquí es posible que veamos hasta discrepancias entre los gestores públicos de empresas y el Gobierno, ya que éste último busca la rentabilidad inmediata de algunos activos, mientras que en grupos como el INI se piensa que vender lo qu da dinero es "matar la gallina de los huevos de oro".

Fuentes del "holding" público reconocen ya en privado que puede haber enfrentamientos y aseguran que todos los pasos que se están dando van encaminados a vender lo que produce pérdidas para reinvertirlo en proyectos donde aún es posible obtener beneficios.

Incluso hablan de cerrar lo que no interesa, si antes no llega un comprador, como podría estar ocurriendo con alguna candidata al finiquito, que está siendo sometida a negociaciones. Falta aber si el equipo de Carlos Solchaga aceptará esa solución intermedia y si no exigirá el importe de la operación para cuadrar sus cuentas.

Dentro del sector público hay firmas en las que el Ejecutivo parece dispuesto a llegar hasta el final para que contínuen, aunque sean con fuertes reformas sociales, como es el caso de la Corporación de Siderurgia Integral (CSI), compuesta por Altos Hornos de Vizcaya y Ensidesa, pero hay otras que arrastran ya un fuerte déficit endémico, como Hunosa, y que dependen e la crudeza de la crisis para cerrar antes o después. Y si no, al tiempo.