Hasta el mes de agosto, el centro penitenciario de la capital gallega contaba con dos cocineros, uno de ellos con contrato laboral, quién tras recibir una oferta de trabajo decidió abandonar la cárcel.

Desde ese momento, el único cocinero que resta se encarga de preparar el menú del desayuno y la comida para los 550 internos. La cena y los servicios de fin de semana, que cubría el otro trabajador, han quedado a cargo de los internos que habitualmente ayudan en la cocina al itular del puesto.

Los funcionarios de la cárcel han hecho llegar su protesta al director de la prisión por entender que los internos no tienen la titulación requerida para hacerse cargo de esta responsabilidad ni poseen el carnet que les autorice a manipular alimentos, lo que contraviene las normas de higiene que rigen en los centros penitenciarios.

Por su parte, Arias aseguró a esta agencia que los presos que hacen la comida están perfectamente capacitados para realizar esta función y tienen la licencias precisas para manipular alimentos, aunque reconoció que es necesaria la rápida presencia de un segundo profesional.

La dirección de la prisión ha hecho traslado de la situación irregular a la dirección general de Asuntos Penitenciarios, que ha iniciado los trámites para contratar a otra persona.

El proceso de selección del nuevo cocinero durará algo más de cuatro meses puesto que la Administración está obligada a hacer una oferta pública de empleo y a cumplir ciertos requisitos legalespara seleccionar a sus trabajadores.

Entre tanto, los presos de Orense seguirán cubriendo los turnos que no le correspondan al cocinero titular de la cárcel. Por el momento, esta solución de urgencia adoptada por la dirección de la institución "no ha hecho descender la calidad de la comida, ni la variedad de los menús" que elabora el propio director con la ayuda del médico.