Los hechos arrancan la tarde del pasado 31 de enero, cuando los ahora detenidos introdujeron en un vehículo a la víctima, un joven de 25 años, y lo condujeron hasta un inmueble, obligándole a permanecer en el mismo hasta que la familia pagara un rescate de 30.000 euros.

El ultimátum fue dado telefónicamente a la familia por el mismo secuestrado, circunstancia habitual en este tipo de hechos y que sirve, a su vez, como "prueba de vida" y con el objeto de que los familiares no duden de la veracidad del secuestro.

La víctima comunicó a su madre que si antes de las dos de la tarde del día siguiente la familia no reunía 30.000 euros, lo matarían sin dudar, poniendo como condición principal no contactar con la Policía.

Afortunadamente, la madre y la esposa del secuestrado hicieron caso omiso a las advertencias y amenazas que les fueron reiteradas telefónicamente en otras ocasiones y se personaron en las dependencias policiales, donde rápidamente se iniciaron gestiones a fin de identificar y detener a los secuestradores.

Además, se trató de localizar el lugar donde tenían retenida a la víctima, teniendo como prioridad absolutapreservar la vida e integridad física de la misma.

Dos horas y media más tarde, y como consecuencia de las investigaciones policiales, el secuestrado fue liberado en una gasolinera de la ciudad por sus captores, tras volver a amenazarle de muerte a él y a su familia si contaba algo a la Policía, evidenciando en su rostro signos de maltrato durante su secuestro, al presentar fuertes hematomas.

Según se deduce de la investigación, la víctima, que conocía a los ahora detenidos, les había propuesto participar en un negocio un tanto "oscuro", del cual se sintieronestafados.

Finalmente, y como resultado de las gestiones que se continuaban por el Grupo de Atracos, en la mañana del viernes se procedió a la detención de los secuestradores, contando ambos con un amplio historial delictivo.