Según fuentes policiales, la estafa se había realizado entre los años 1988 y 1992 y ha afectado al menos a 16 clientes que el director de la oficina utilizó como testaferros para la creación de un banco interno paralelo.

Con el dinero conseguido se podían conseguir intereses de hasta el 15 por ciento con dinero no declarado a Hacienda. Los clientes testaferros eran familiares o clientes personales de Ignacio Solano.

El fraude consistía en la ocultación de depósitos que iba a nombre de inversores falsos a través de la suscripción de pagarés y activos financieros del City Bank emitidos por el director de la sucursal a nombre de clientes que niegan su titularidad o no existen.

En el informe remitido por la Policía al Juzgado de instrucción número 19 de Barcelona se asegura que el director de la sucursal detenido utilizó a estos clientes para titular pagarés y activos financieros emitidos por la entidad bancaria.

Según la policía, los clientes legales realizaban una oeración de adquisición de pagarés o deuda pública pero el director de la sucursal ingresaba el dinero en una cuenta interna del banco.