Según fuentes policiales, la banda había logrado introducir desde Francia a España, durante los últimos cuatro meses, un total de setenta kilos de oro, valorados en unos 120 millones de pesetas.

Durante la operación policial fueron detenidos el propietario de una joyería ubicada en una céntrica calle de Zaragoza y una segunda persona que hacía de transportista, a la que se arrestó cuando entregaba tres kilos de oro laminado al joyero.

El transpotista, según fuentes cercanas a la investigación, cobraba en metálico al precio pactado sin mediar factura alguna. El joyero, por su parte, era el encargado de distribuirlo de forma clandestina entre otros profesionales de Zaragoza que se encuentran bajo investigación. La red de distribución del oro se extendía a Navarra y La Rioja.