Los hechos sucedieron en el campamento de El Ferral del Bernesaga (León), el 2 de mayo de 1989, durante un acto castrense en el que presuntamente el sargento Cañibano dio orden de disparar unas salvas sin tomar las precauciones necesarias.

Como consecuencia de los disparos de los cañones, que fueron manpulados por jóvenes sin experiencia, resultaron con quemaduras y heridas de metralla los soldados de reemplazo Francisco Ribero, a quien hubo que extirpar algunos pedazos de metal del rostro, Ernesto Hidalgo, Nicanor Gómez, Rafael Rad y Alberto Alvarez.

La acusación particular que representa a los dos primeros pide para el sargento, además de los 10 meses de cárcel, indemnizaciones de 8 millones de pesetas para Tomé y un millón y medio para Hidalgo. Asimismo, exige la responsabilidad civil subsidiariadel Ministerio de Defensa.

El ministerio fiscal pide indemnizaciones de entre 50.000 y 500.000 pesetas para los soldados, dependiendo de la gravedad de las heridas que sufrieron.

Los testigos que declararon en el juicio aseguraron haber visto a los 5 jóvenes afectados regresando de la cantina, en donde habían almorzado y que escucharon dar la orden de fuego que les alcanzó, aunque ninguno dijo tener constancia de que la orden hubiera sido dada por el sargento.