El recinto, situado en la localidad de Pajottenland, es cada día más popular, desde que el terapeuta Frédéric Boxus empezó a frecuentar el centro con sus quince pacientes hace sólo un mes y medio.

Su deseo era hacerles partícipes de su pasión, la equitación. Hoy, Boxus reconoce que el resultado es altamente satisfactorio. "Es tan bueno para su salud física como mental. Todos están ntusiasmados. No paran de hablarme de la experiencia y de preguntarme cuándo volverán", afirma.

El especialista indica que el contacto con los caballos es especialmente beneficioso para los autistas, "porque entran más fácilmente en contacto con un animal que un hombre. Es una puerta abierta al mundo".

Murielle Demaseneire, la joven de 23 años que enseña a discapacitados y autistas a montar a caballo, afirma que la base del proceso es la misma que con otros alumnos: "Sólo hace falta hacer una clae más alegre, un poco menos seria y repetir más a menudo. Es necesario, sobre todo, estar a gusto con ellos y quererlos; si no, no sirve para nada".