Día Enamorados
"Las personas con discapacidad nos enamoramos igual"
- Esther Salas relata su matrimonio con otra persona con discapacidad intelectual
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Las personas con discapacidad también aman y se enamoran. Pero la sociedad no comprende sus sentimientos y en muchas ocasiones considera desde prejuicios equivocados que una vida amorosa libre y plena es incompatible con tener una discapacidad.
La activista por los derechos de las personas con discapacidad Esther Salas ha sufrido en primera persona esa discriminación, según relata a Servimedia con motivo del Día de los Enamorados que se celebra todos los años el 14 de febrero. También lo sabe la psicóloga Raquel Morentín. “Sentir atracción por otros, necesitar afecto y enamorarnos son emociones universales”, a las que “todas las personas aspiramos, tengamos discapacidad o no”, proclaman.
Por eso, Esther y Raquel aprovechan el Día de los Enamorados para subrayar los obstáculos que muchas personas con discapacidad –sobre todo de tipo intelectual-- encuentran a la hora de llevar una vida afectiva y sexual en libertad y con autonomía. “Es nuestro derecho” pero “necesitamos más apoyos, más comprensión y otra mirada” por parte de la sociedad para que sea efectivo.
Raquel Morentín colabora desde hace años con asociaciones de personas con discapacidad y en la actualidad es gerente de Plena inclusión Castilla y León. “A lo largo de mi vida profesional como psicóloga, he visto cómo los temas relacionados con la sexualidad y la afectividad empezaban a tratarse con mayor naturalidad y, aunque muy poco a poco, la sociedad ha roto algunos tabúes”, comenta.
Sin embargo, “esta apertura no ha llegado al mundo de la discapacidad, en especial al de la discapacidad intelectual”. "Menos todavía si hablamos de mujeres”, prosigue, “y no digo nada si nos vamos al mundo rural”.
En su opinión, “todavía existen muchos miedos y prejuicios por parte de las familias, las instituciones y la sociedad en general”. “La poca formación que se les ofrece tiene siempre que ver con evitar riesgos, como embarazos no deseados y enfermedades, y nunca con algo tan positivo como disfrutar del amor o del sexo”.
CÓMO AMAR CON DISCAPACIDAD
Raquel es autora de una tesis sobre amor en personas con discapacidad intelectual y su repercusión en el bienestar emocional, en la que sostiene que estas personas se enamoran igual que las demás. “Aquí la discapacidad nada tiene que ver”. “Sus necesidades de recibir y expresar afecto son las mismas que las de cualquiera”.
Lo que sí varía mucho “son las ideas previas y actitudes que manifiestan al respecto”. “Por falta de experiencias, de formación y de educación, muchas de estas personas tienen un pensamiento muy idealizado, casi infantil, sobre las relaciones sexoafectivas”. “Muchas familias temen que si les hablan de estos temas, les despertarán un deseo dormido”, resalta la experta. En general, “todavía se les ve como a niños grandes” y sus padres piensan que “no tienen necesidad de más”.
De todo esto también sabe mucho Esther Salas, miembro de la Plataforma Estatal de Representantes de Personas con Discapacidad Intelectual y del Desarrollo, que conoció al que ahora es su marido en un centro social para personas con discapacidad intelectual de Zaragoza.
“Al principio, a nuestras familias les daba mucho miedo que nos casásemos y que viviésemos juntos”, comenta. Sin embargo, ellos tuvieron suerte, pues las familias de los dos les apoyaron y ahora están felices de verlos “tan bien”.
“Llevamos siete años casados y, si tenemos algún problema, siempre les llamamos”, declara Esther. El matrimonio se ha hecho poco a poco más independiente. “Cada vez recurrimos más a los profesionales del seguro, a los vecinos… También hemos aprendido a llevar la economía de la casa y a solucionar los problemas del día a día que, como pareja, también tenemos”.
APOYOS A LA AUTONOMÍA
El caso de Esther no es único. Señala que "hay bastantes personas con discapacidad intelectual que tienen pareja y que quieren vivir con ella”, aunque reconoce que esta situación no es la más habitual en su tipo de discapacidad.
Algunas parejas conviven en pisos tutelados con otros compañeros, pero son pocas las que se han establecido de forma independiente. “Aquí nos encontramos con el tema de los apoyos”, ya que muchas personas con discapacidad intelectual precisan ayudas para vivir de forma autónoma, por no hablar de los recursos económicos.
A veces, estos apoyos los pueden prestar familiares, aunque también se ofrecen desde el mundo asociativo o desde los servicios sociales. “Van desde aspectos prácticos relacionados con la intendencia o la supervisión periódica de los pisos, a la toma de decisiones importantes como contraer matrimonio o tener hijos”, destaca.
“Cuando hablamos de que las personas con discapacidad vivan sus emociones y su sexualidad con autonomía, no nos referimos a abandonarlos sin más. Se trata de ofrecerles los apoyos que cada uno precise para que puedan decidir sobre sus vidas” y hacer realidad tales determinaciones.
En este punto, Raquel subraya que “cada persona con discapacidad intelectual es única y tiene sus propias necesidades y deseos”. “Habrá quienes estén muy felices con ir con su pareja de la mano un rato y no deseen nada más. Otros querrán irse a vivir juntos pero no casarse. Otros buscarán tener hijos. Algunos sí desean el matrimonio… Por no hablar de que no todos optarán por relaciones heterosexuales”.
Por eso, como sucede en las relaciones de pareja del resto de personas, recomienda "no dar nada por sentado nada y sí animarlos a que se informen y conozcan para que tomen sus propias decisiones con responsabilidad”.
EL RESPALDO FAMILIAR
En su opinión, “el respaldo de las familias resulta clave en este proceso”. En general, las personas con discapacidad intelectual viven muy apegadas a sus padres, hermanos y otros parientes. “Si estos se oponen a que tengan pareja, si les regañan cuando se interesan por otra persona y si les niegan cualquier formación de tipo afectivo o sexual, será muy difícil que salgan de este círculo de sobreprotección”.
Esther y su marido se saben afortunados en este ámbito, pero conocen a muchas otras personas que no lo han tenido tan fácil. “Si nos enamoramos igual, ¿por qué tantos problemas?”, se preguntan. "Sabemos que necesitamos apoyos y eso es justo lo que pedimos”.
Ella sí encontró esta “comprensión" en su familia, que a cambio recibió el premio de verle feliz. Por eso, Morentín está convencida de que se necesita mucha sensibilización y formación para familias, profesionales y las propias personas con discapacidad”.
"Todo el mundo tenemos una dimensión afectiva y sexual, y desarrollarla es un derecho humano”, argumenta. “Si trabajamos para que estas personas mejoren sus habilidades comunicativas, sociales y de empleo, ¿cómo pedirles que renuncien a esta otra faceta de su vida?”.
Al contrario, sostiene que un desarrollo afectivo y sexual sano será bueno para ellos, para sus familias y para la sociedad en su conjunto, que recibirá “el aporte de personas más satisfechas, alegres y en equilibrio”.
(SERVIMEDIA)
14 Feb 2023
AGQ/pai/gja