En una rueda de prensa de los dos máximos dirigentes del PCE, el secretario general, Francisco Frutos, y el presidente Ejecutivo, Felipe Alcaraz, respondían así a la decisión de la Ejecutiva socialista de abrir una ronda de contactos con el PNV y en la que no se descarta a CiU con el fin de ampliar la mayoría parlamentaria.

Alcaraz cuestionó el papel de Izquierda Unida como "socio preferente del Gobierno, en un estatus no protocolizado que no sabemos qué significa, porque no estamos en el Gobierno y a veces de la sensación de que tampoco estamos en la oposición", cuando lo que hay que dejar claro es que "también existimos".

En este sentido, se felicitó de que últimamente el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, haya empezado a marcar el perfil propio y afrontar un año de marcado carácter preelectoral en el que los Presupuestos de 2006 serán la prueba de fuego.

Recalcó que ya ha pasado el "año de gracia", y no vale el continuismo que marcó las anteriores cuentas públicas, por lo que recalcó que el Gobierno debe dejar de "presumir 'urbi et orbi' del déficit cero en base a reducir el gasto social y la sanidad pública".

Una reducción de los gastos militares, que con los "encubiertos" en partidas ajenas a Defensa alcanzan los tres billones de euros; una partida importante para recuperar la memoria histórica en un proceso en el que han de intervenir los comunistas, y una aportación menor a la Iglesia son otras de sus reivindicaciones.

AFGANISTAN COMO IRAQ

Por su parte, Frutos incidió en que uno de los principales debates de la izquierda debe ser "la lucha por la paz como referente básico para cualquier otra acción política", y recalcó que debería mantenerse para Afganistán la misma actitud que se mostró con Iraq.

En este sentido, criticó que tras las elecciones que ganó el PSOE se haya producido no ya un "estancamiento, sino un bajón espectacular" de las movilizaciones por la paz, y opinó que "todos los que estuvimos en grandes manifestaciones" contra la guerra de Iraq, "deberíamos continuar manifestándonos", porque las guerras siguen.

Además, resaltó la necesidad de propiciar el diálogo y la convivencia entre culturas diferentes, y el trabajo como elemento central de la lucha de la izquierda, desde los principios: "No a la precariedad laboral, no a la competitividad a la baja entre trabajadores y entre países".

Un modelo social diferente en el que juegue un papel fundamental lo público, no sólo la sanidad, la educación, y la vivienda, sino también el entramado empresarial, en contra de la tendencia a las privatizaciones debe ser también una de las reclamaciones de la izquierda, subrayó.

Abogó por un nuevo sistema fiscal que vaya en contra de la opinión de que rebajar los impuestos es "progresista", porque acaba con los recursos; así como una remodelación del modelo energético, cuestiones, todas ellas, que deberían ser la base del trabajo del Partido de la Izquierda Europea, que es ya la cuarta fuerza del Parlamento Europeo.