Los nuevos cascos azules llegaron a primera hora de la mañana al Puerto de Málaga, procendentes de Melilla, para trasladarse con posterioridad a la Base Aérea, donde aguardaban sus familiares.

Novias, padres y hermanos no pudieron contener la tensión e hicieron protestas por el envío de ete nuevo contingente a la guerra yugoslava. "Ellos no van voluntarios" decía una desconsolada mujer, quien entre sollozos repetía que "me lo van a devolver muerto".

Los legionarios en todo momento mostraron su entereza y disposición para realizar la labor humanitaria y de interposición. Entre los nuevos expedicionarios se encuentran cascos azules que pertenecieron a la Agrupación Málaga.

Estos soldados aseguraron que vuelven "porque lo que he vivido durante los seis meses, merece la pena el riesg" dijo el caballero legionario Antonio Rodríguez, quien recordó cómo los niños se peleaban entre sí por coger un poco de comida.

El gobernador militar de Málaga, Rafael Reig de la Vega, aseguró momentos antes de la partida hacia Split del avión Hércules del Ejército español que "los casos azules españoles no son centro de los bandos contendientes", aunque mostró su temor por el aumento de la conflictividad belica en la zona.

Los cascos azules españoles desconocían al partir hacia la antigua Yugosavia que habían recibido la mención especial del Premio Príncipe de Asturias.