Varios testigos afirmaron durante el juicio, que quedó visto para sentencia, que el parricida llevaba tiempo planeando el crimen y que, incluso, había dado cuenta de sus intenciones a algunos miembros desu familia, que, sin embargo, no lo consideraban capaz de hacerlo.

Según consta en el sumario, Eduardo Fernández abordó a su mujer en la calle armado con su escopeta y le disparó dos tiros. Después, mientras ellas gritaba desde el suelo que no la matara, el parricida volvió a cargar la escopeta y le disparó otras dos veces a bocajarro en la cabeza, lo que le produjo a la víctima la muerte instantánea.

En sus primeras declaraciones, tras entregarse a la Guardia Civil, el acusado afirmó que había aesinado a su mujer porque le puso a sus cinco hijos en su contra.

El fiscal pide para él 29 años de cárcel, mientras la defensa solicita la libre absolución por enajenación mental.