Se queja Juan Pablo II en su carta, la primera que un papa dirige directamente a las familias, de que "hay poca vida verdaderamente humana en las familias de nuestros días", debido a ciertas costumbres, como el aborto, la esterilización, la contracepción o las drásticas planificaciones familiares, a las que se refiere indirectamente.

Por ello, considera que l celebración del Año Internacional de la Familia servirá para conocer los retos y las insidias que se ponen hoy a la familia, ya que este núcleo de organización social es para la Iglesia "el primer camino y el más importante".

"La Iglesia", afirma, "enseña la verdad moral sobre la paternidad y maternidad responsables, defendiéndola de las visiones y tendencias erróneas difundidas actualmente".

El Papa prosigue con el reproche que frecuentemente se hace al Magisterio de la Iglesia: "Que está ya suerado y cerrado del espíritu de los tiempos modernos; que desarrolla una acción nociva para la humanidad, más aún, para la Iglesia misma", para preguntarse a continuación: "¿Cómo se puede sostener que la Iglesia, y de modo especial el Episcopado en comunión con el Papa, sea insensible a problemas tan graves y actuales?".

El Pontífice sostiene también que el carácter indisoluble del matrimonio es "fundamento del bien común de la familia" y hace ciertas consideraciones de las sociedades actuales y sus lgislaciones que pueden afectarla negativamente.