Según informó a Servimedia la Jefatura Superior de Policía de Madrid, de la declaración de los padres de la niña, que concluyó pasadas las dos de la tarde, se deduce que fue una imprudencia la administración de opiáceos y no se hizo de forma intencionada.

En su declaración, los padres, de 18 y 17 años, reconocieron que junto a la comida de la niña tenían botes con droga, que fue lo que provocó la confusión.

Según la policía, cuando el bebé estaba tomando el biberóncomenzó a sufrir una fuerte somnolencia y sus padres se asustaron porque sus reacciones no eran normales ni las habituales, por lo que rápidamente avisaron a sus abuelos y trasladaron a la pequeña hasta el Hospital Gregorio Marañón, donde la niña fue ingresada en la UCI, tras verificar en los análisis que en la sangre y la orina de la pequeña había altas dosis de heroína y cocaína.

Las mismas fuentes indicaron que la "historia" de los padres es bastante coherente, porque tanto las declaraciones como ls pruebas recogidas por la policía coinciden con el testimonio de éstos.

Además, por las altas dosis de opiáceos descubiertas en los análisis y ya que el bebé no presentaba pinchazos, lo más lógico es que la droga se la hubiera administrado por el canal alimenticio, el biberón o el pecho de la madre, debido a su corta edad. Esta segunda posibilidad era más difícil por las altas concentraciones de droga detectadas.

La pareja detenida, identificada como C.R.N., de 18 años, padre de la niña, y E.P.N, de 17, madre del bebé, ambos de raza gitana y residentes habituales del poblado chabolista de "Los Focos", tienen numerosos antecedentes por tráfico de drogas y robo.