PACIENTES JAPONESES VIAJAN A CHINA EN BUSCA DE TRASPLANTES DE ÓRGANOS PROCEDENTES DE PRISIONEROS EJECUTADOS
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Cientos de pacientes japoneses y en menor medida de otras nacionalidades están viajando a China en busca de trasplantes de órganos, que en muchos casos proceden de prisioneros que han sido ejecutados, según informa hoy el diario "The Independent".
El coste de un trasplante de riñón puede ascender a unos 53.360 euros y el de hígado a 127.000 euros, y aunque las autoridades chinas no revelan las cifras de ejecuciones, los expertos calculan que cada año se aplica la pena capital a unas 8.000 personas en el país.
Desde el año 2004 se ha registrado un importante incremento en el número de japoneses que viajan a China para una de estas intervenciones, como consecuencia de la escasez de donantes de órganos en Japón, a pesar de los rumores de que muchos de estos pacientes no sobreviven más de dos años debido a la falta de seguimiento adecuado.
Esto está suscitando la alarma de las autoridades sanitarias niponas, que ya han puesto en marcha un programa conjunto con las autoridades de transporte para intentar controlar la situación, aunque reconocen que no será una tarea fácil.
La venta de órganos para el trasplante es ilegal en China, y existen leyes que establecen la obligación de demostrar la procedencia de los mismos, incluso cuando los donantes sean familiares cercanos. A pesar de ello, resulta muy difícil controlar esta práctica, y el mercado negro parece estar extendiéndose por todo el país.
Los anuncios para la venta de órganos pueden encontrarse en pintadas en los alrededores de los centros hospitalarios, y hasta en los servicios, así como en diversas páginas web.
"Tenemos que borrar estos anuncios una y otra vez. Los médicos reciben la visita de representantes que les ofrecen órganos para el trasplante", subraya el profesor Dig Qiang, jefe del Departamento de Urología del Hospital Huashan de Shangai.
(SERVIMEDIA)
21 Mar 2006
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