Los bares y restaurantes absorben la mitad de la producción de aceite de orujo de oliva, que la pasda campaña se elevó a 78.000 toneladas, principalmente para la elaboración de frituras.

Guerra señaló que, desde la inmovilización del aceite de orujo por el Ministerio de Sanidad, los establecimientos han sustituido el aceite de orujo por aceite de semillas (girasol, soja) o por la gama baja de aceite de oliva refinado.

"Ahora se ha quedado toda la clientela 'mosqueada', y está preguntando: '¿Cómo ha frito las patatas?, ¿cómo ha frito ésto?'", afirmó el secretario general de la FER.

José Lus Guerra indicó que "recuperar la confianza tiene dos cosas: comunicación y tiempo. La verdad es que los restaurantes les ayudarían en una cosa y otra, se convirtirían en comunicadores interesados porque, si lo tienen a un precio más bajo y al mismo tiempo refuerzan una comunicación que se pueda dar desde otras instancias, creo que puede ser positivo".