ORTEGA LARA: "MATAME MATAME, NO TENGO MIEDO A MORIR", GRITO EL SECUESTRADO AL PRIMER GUARDIA CIVIL QUE ENTRO EN EL ZULO
- El secuestrado le dijo también: "Déjame, quiero salir por mi propio pie".
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El primer miembro de la Guardia Civil que entró en el zulo de José Antonio Ortega Lara la noche de la liberación del funcionario de prisiones realizó hoy una terrorífica nrración de la operación y de su "grata y desagradable sorpresa" al encontrarse una persona que llevaba 532 días en aquella "cloaca".
"Al abrir la puerta se quedó en posición fetal encima del camastro y gritó mátame, mátame que sabes que no tengo miedo a morir", relató el Guardia Civil, durante la segunda jornada del juicio contra los cuatro secuestradores de Ortega Lara, que hoy quedó visto para sentencia.
Después de cuatro testimonios de otros tantos guardias civiles que participaron en la operaión, el primer miembro de la Benemérita que entró en contacto con Ortega Lara, 532 días después de ser encerrado en el zulo, intentó recordar lo sucedido.
Contó cómo despues de que un compañero observara algo extraño en una máquina industrial, procedieron a apartarla y descubrieron el zulo. Luego, en cuanto se pudo y, con la luz de una linterna, entraron en el habitáculo "con el temor de que hubiera alguna persona custodiando al detenido".
Luego hizo una narración de lo que recordaba:
"Entr dentro del zulo y había una habitación pequeña donde había armas, un bidón y, en un lado, una puerta. La abro y me encuentro otro pequeño habitáculo con enchufes y demás material. A la derecha hay una ventanita y a la izquierda una puerta con dos cerrojos -anticuados y que hacía mucho tiempo que no se abrían-, por lo que me llevó mucho tiempo pasar".
"Cuando abrí me llevé la grata y desagradable sorpresa. Intenté tranquilizarle, pero al abrir la puerta se quedó en posición fetal encima del camastro gitando: 'mátame, mátame, que sabes que no tengo miedo'".
"Intenté tranquilizarle pero no reaccionaba, le intenté tocar un brazo pero se sobresaltó y se fue a la otra esquina del zulo".
"Le dije que estaba libre, que no le iban a hacer mal nunca más, que vería a su mujer y que saliese. Intenté cogerle de nuevo por el brazo, pero se negó. Entonces nos sentamos los dos en el camastro y le pregunté por su mujer, si le gustaría verla, pero el seguía creyendo que yo era un terrorista".
"'Sabes queyo no tengo miedo a morir', me dijo otra vez y a mí me chocó este comentario. También me dijo que no le habían pegado y que sufría mucho por el aire frío que entraba. Yo le pregunté si le molestaba la luz, pero él no estaba allí, estaba en otro sitio, se tambaleaba".
"Yo insistí en si le molestaba la luz de fuera. Me dijo que sí, y entonces di la orden para que apagaran todas las luces. Le digo que si quiere vestirse y entonces tranquilamente se pone el chándal y las gafas y, cuando voy a ayudarle a slir me dice: 'quiero salir por mi propio pie'
"Luego le ayudé para subir. Le empujé hacia arriba, pero vuelve a meterse dentro del zulo y dice: 'yo quiero estar aquí, no quiero salir'".
"Después le sigo convenciendo, me siento en el suelo y ya se convence. Luego, ya todo seguido, le ayudé a salir y salió".
Durante este relato había gran tensión y silencio en la sala de juicios, en incluso el presidente del Tribunal Siro García, le dijo al fiscal que no interrumpiera al guardia civil en su naración.
Luego, y a preguntas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, destacó "la enteraza y dignidad del secuestrado", que sintió cuando Ortega Lara le pidió salir sin ayuda, a pesar de que se tambaleaba.
También refirió que "yo he estado en muchas operaciones y lo he pasado jodido, pero en ésta recordé las películas americanas de Vietnam, y me le encontré en esas mismas condiciones; estaba flaco y cuando le tocaba, sólo tocaba los huesos".
(SERVIMEDIA)
11 Jun 1998
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