La Cumbre Mundial del Desarrollo Regional de Copenhague (1995) había dado a los países pobres esperanzas de que los ricos tuvieran en cuenta su subdesarrollo en el proceso de globalización.

Sin embargo, las institucione del comercio y la globalización mundial pronto les decepcionaron, según la OIT, para la que "las consecuencias son conocidas: desempleo, erosión de la capacidad adquisitiva de la población, inseguridad, despidos, desigualdad de ingresos y exclusión social".

"Quienes toman las decisiones financieras, políticas e industriales sólo quieren obtener los mayores beneficios económicos en este mundo globalizado", señala la OIT.

La explotación laboral de los niños, entre otros, es una de las consecuencia de la globalización de los mercados. Por ello, la OIT pide a los estados miembros de la OMC que la globalización "no sea sólo el objetivo de una pequeña minoría que quiere enriquecerse, sino un medio para el desarrollo de todos".