La paciente tenía un defecto de refracción en la vista y decidió consultar con el citado oftalmólogo, quien el 16 de noviembre de 2005 le informó sobre la posibilidad de operarla, extirpando el cristalino y colocando en su lugar una lente multifocal, en cuyo caso no tendría que usar gafas.

La paciente fue intervenida 12 días más tarde, tras lo cual sólo veía con el ojo operado luz y bultos, siendo diagnosticada por el mismo oftalmólogo de edema corneal. A consecuencia de ello, el médico le prescribió una lente de contacto terapéutica y un tratamiento farmacológico.

En febrero de 2006, la mujer seguía sin ver con el ojo izquierdo y padecía dolor en el mismo, por lo que el mencionado oftalmólogo le diagnosticó una aritis y le extrajo líquido con una jeringa para analizarlo. Esa prueba reveló una tensión ocular muy alta con restos de catarata, entre otras anomalías. Posteriormente se le realizó una exploración de agudeza visual, que reveló igualmente una pérdida del 40%.

Actualmente, la paciente asegura que con el ojo izquierdo ve poco de lejos y de cerca, por lo que ha de llevar gafas, y que tiene que tomar un medicamento para la tensión ocular.