En este documento, presentado por el prelado de Bilbao, Ricardo Blázquez, los obispos constatan "el recrudecimiento de la violencia terrorista de ETA, que niega los derechos humanos, y el desvelamiento del terrorismo de los GAL, con el agravante de haber sido amparado, al parecer, desde altas instancias del Estado".

El primer capítulo de la Pastoral, titulado "Una mirada a a realidad social y eclesial" recoge una serie de consideraciones sobre los derechos de los detenidos y presos, que "no son siempre debidamente garantizados".

Frente a esta situación que califican de "preocupante desencanto generalizado" los obispos observan un afianzamiento de la cultura de la tolerancia y del diálogo, "así como un decidido compromiso de numerosos ciudadnos y grupos en la búsqueda de caminos de paz y reconciliación".

Añaden, además, que "es innegable la emergencia de realizar unllamamiento a la juventud de Euskadi para que asuman valores de solidaridad y pacifismo" encarnados, según recoge la Pastoral, "por objetores de conciencia o por quienes por otros medios legítimos se oponen públicamente a la práctica de la violencia y denuncian sus consecuencias".