Antonio Palenzuela, obispo de Segovia, señala en su última carta que "la fascinación de la televisión amenaza nuestra libertad" y añade que "hay que saber apagar el televisor o cambiar de canal cuando en el hogar entra la perversión, la zafieda y el ataque a la vida".

El arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes, destaca que "no basta con quejarse en la conversación con el vecino; es preciso levantar la voz en los periódicos o formar colectivos que hagan resonar más fuerte la voz. Nunca cruzarse de brazos".

Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona, reitera en su carta a los fieles que "hay que rechazar los programas que directa o indirectamente transmiten un mensaje inmoral" y subraya que "no es bueno organizar la vida de la famila en torno a la televisión, dependiendo de sus programas".

Por su parte, Luis Martínez Sistach, obispo de Tortosa, y Antonio Montero, presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, coinciden también en que la televisión perjudica a la familia al difundir modelos de comportamientos falsos, lanzar a las ondas pornografía e imágenes violentas e inculcar el relativismo moral y el escepticismo religioso.