Su propuesta, sin embargo, está cosechándo críticas de otros grupos y de distintos estamentos sociales que lo consideran un gasto suntuoso en una situación de crisis económica, que puede minar la imagen de las instituciones comunitarias.

El actual gimnasio de la Eurocámara fue creado en los años 90, cuando la Unión Europea estaba formada por 15 países, recuerda Onesta, quien además indica que "practicar deporte aumenta entre un 20 y un 50 por ciento la productividad y disminuye entre un 20 y un 40 por ciento las bajas por enfermedad". y la factura médica y farmacéutica.

Su idea, sostiene, no será onerosa para el Parlamento porque deberá ser la empresa adjudicataria la que pague el precio de la reforma, que podría costar hasta nueve millones de euros, inversión que después podrá amortizar con "una subida de la mensualidad de suscripción o la aceptación de funcionarios de otras instituciones". Pero de momento es difícil encontrar una empresa dispuesta a asumir esos costes.