El niño nació con la pierna izquierda más corta y a los pocos meses se la amputaron por debajo de la rodilla y la reemplazaron por una prótesis.

Desde pequeño, ha sido un apasionado del deporte rey y ha jugado en el equipo de su colegio hasta que le llamaron del club juvenil de la ciudad de Lutterworth. Lo que en principio era alegría se convirió en asombro cuando la Asociación de Fútbol inglesa le prohibió jugar por incumplir una de sus reglas: que los futbolistas no porten nada que pueda herir a sus compañeros o a ellos mismos.

Aunque esta normativa se refiere más a accesorios externos como pendientes, Sam y su padre, Alan Burrows, han tenido que luchar durante tres meses para conseguir su objetivo.

Finalmente, Sam ha visto su sueño cumplido y ha competido por primera vez, como lateral, en un partido entre el Lutterworth y otro club ocal infantil. A pesar de perder 6-1, el encuentro fue todo un triunfo, en palabras del padre de Sam, que con orgullo declaró a la prensa británica: "Sé que mi hijo nunca jugará para Inglaterra, pero tiene un tremendo talento, especialmente considerando su discapacidad".

El entrenador del Lutterworth infantil, Tony Martin, comentó que Sam "ha jugado magníficamente" y que aunque le falta un poco de velocidad, lo suple con su rapidez en las maniobras con el balón. Martin ha confirmado que Sam jugará en l próximo partido.

La Asociación de Fútbol ha reconocido que la decisión sienta un precedente y que esperan ver a más personas discapacitadas compitiendo en los campos.