Entre los delitos que denuncia el informe de esta organización se encuentran la tala ilegal en bosques tropicales, el tráfico de pieles de especies en riesgo de extinción y de marfil, así como el contrabando de gases refrigerantes prohibidos.

Estas actividades llegan a generar márgenes de beneficio del 700% a las bandas internacionales implicadas, aunque las autoridades nacionales e internacionales a menudo no investigan estos delitos.

El documento cita varios casos de sospechosos de haber participado en operaciones de este tipo, que habrían generado miles de millones de euros y causado grandes daños medioambientales, y que tan solo habrían sido condenados a penas menores, o absueltos por falta de pruebas.

Según los expertos de EIA el negocio del crimen medioambiental está al alza en los países en vías de desarrollo, incluso en el ámbito del comercio con marfil, que está prohibido internacionalmente desde 1989, lo que se plasma en el hecho de que cada vez son mayores las capturas de estas mercancías ilegales.

Los autores del informe atribuyen esta situación a que las organizaciones delictivas han diversificado sus actividades a otros ámbitos, como la falsificación y el delito medioambiental.

La última tendencia es el contrabando de hidroclorofluorocarbonados, unos gases utilizados en refrigeración y aerosoles que contribuyen al calentamiento global, cuyo uso está siendo abandonado de manera progresiva.