Este estatus permite a la Santa Sede participar en las reuniones y conferencias de Naciones Unidas y tener derecho a voto en todas aquellas propuestas que se sometan a votación.

Católicas por el Derecho a Decidir considera que las posiciones del Vaticano en muchos foros de la ONU han tenido el efecto de incrementar el sufrimiento de las mujeres más pobres del planeta.

Según la presidenta de esta organización, Fances Kissling, "ha llegado el momento de cambiar la fachada del Vaticano como Estado. ¿Cómo puede ser que una entidad que es esencialmente 100 acres cuadrados de espacio de oficinas y atracciones turísticas en medio de Roma, con una ciudadanía que excluye a las mujeres y a la infancia, tenga un lugar en la mesa en la que los gobiernos deciden las políticas que afectarán a la supervivencia de las mujeres?".

En este sentido, pone como ejemplo el papel que desempeñó la Santa Sede en la conferencia de Bejing sobre la mujer de 1995, en la que bloqueó acuerdos en materia de planificación familiar y anticoncepción.

Por este motivo, esta organización de mujeres católicas reclama un papel más humilde del Vaticano en Naciones Unidas, limitándolo a la posibilidad de que exponga, al igual que el resto de religiones, sus puntos de vista.

La campaña de Católicas por el Derecho a Decidir incluye la distribución de postales en las que se apoya este cambio de estatus para que los ciudadanos de distintos paíss las envíen a Kofi Annan.