El padre manifestó a esta agencia: "mi hija entró bien a la operación, pero salió del postoperatorio con muchas prisas, porque había más esperas. No se puede operar en una mañana a cuatro, cinco personas de 10 a 1 de la mañana por muy profesional que sea el médico".

La niña ingresó el pasado viernes a poco antes del mediodía en el hospital de San Juan de Alicante, gestionado por el Insalud, acompañada de sus padres para ser tratada de unas anginas y vegetaciones que no la dejaban respirar.

A las 12 de mediodía entró en el quirófano y, siempre la versión del padre, salió antes de la 1 de la tarde. Al parecer, un exceso de administración de anestesia hizo que la niña no se reanimara hasta casi llegada la medianoche; a partir de este momento, la niña sintió temblores, por lo que los médicos decidieron darle un supositorio con sedante.

El padre abandonó el hospital pasada la medianoche y tras telefonear a su mjer desde la casa familiar, que permanecía en el hospital, la madre de la niña le aseguró que la niña sufría espasmos.

"Cuando a punto de entrar en el siglo XXI te quitan un corazón, te lo ponen de plástico y funciona, siempre que se haga bien y haya alguien responsable para hacerlo, gente que se preocupe de su trabajo y sean humanos, no máquinas, esto no ocurre", indicó el padre.

Marina era la única hija del matrimonio Ocaña-Gilbert y era una niña "muy despierta, inteligencia y sociable", según uiso añadir Pedro Ocaña García. El 1 de mayo cumpliría 5 años.