"Ramonín", de profesión panadero, destacó durante la II República por liderar, desde las filas de la CNT, el levantamiento de Asturias en 1933 y la revolución en esa misma comunidad en 1934, lo que le costó la cárcel y, posteriormente, el exilio.

Natural de Gijón, Ramón Alvarez ingresó en 1928 en la CNT, en la que también militaba su padre, ylos 20 años fue elegido secretario general de este sindicato en Asturias, León y Palencia.

Entre sus responsabilidades estuvieron las de ser secretario de Segundo Blanco, ministro de Instrucción Pública en 1936, y consejero de Pesca en el Consejo de Asturias y León.