Más de dos millones de niños en el mundo son víctimas de la explotación sexual, según monseñor García-Gasco, y en Espña están presentes los fenómenos de la prostitución de menores y de la explotación pornográfica.

Según el prelado, la raíz última del "torpe fenómeno" hay que buscarla en el plano cultural y ético, "en las costumbres introducidas por la actual ideología del progreso, que desquicia el sentido de la vida y, con el de la sexualidad humana, abriendo el camino a todo tipo de desviaciones".

El arzobispo de Valencia afirma que "no es difícil y vincular hoy la plaga de violencia sobre los niños al hecho e que el hombre moderno, en el acto mismo de dominar la naturaleza, incluso la propia, en lugar de controlarla, corre el riesgo de confinar la vida en la dimensión de la insignificancia y de convertirla en entidad desestimable".

"La glorificación de la vida", continúa el prelado, "perseguida por el llamado hombre moderno según su propio deseo y proyecto, se lleva entonces a cabo mediante el sacrificio abortivo de otras vidas, cuya falta de defensa es absoluta y, por lo mismo, sin significado".

Admás, "esta insignificancia de la vida ejerce un peso cultural determinante como supuesto en la experimentación artificial de la maternidad y la paternidad, consideradas por muchos no como el momento culminante de la afirmación vital, sino como casos y funciones de la ideología y de la cultura del progreso ilimitado. La insignificancia de la vida es la forma más sutil de violencia, auqnue la conciecnia de muchos no lo perciba como tal", concluye monseñor García-Gasco.